Migrar también es transformarse: un enfoque psicoemocional del proceso migratorio

MIGRACIÓNDUELO MIGRATORIO

4/19/20252 min read

La migración es una de las experiencias vitales más complejas y profundas que puede atravesar una persona. Más allá del cambio geográfico, migrar implica una transformación psíquica, emocional y simbólica. Quien migra no solo cambia de lugar: también cambia de idioma, de costumbres, de referencias cotidianas, y muchas veces, de identidad.

A menudo, el acto de migrar nace del anhelo por nuevas oportunidades, por horizontes más amplios o condiciones de vida más favorables. Pero junto con ese deseo de construcción, aparece también un lado más invisible, más silenciado: el del duelo migratorio.

Duelo migratorio: un proceso que transforma

El duelo migratorio, lejos de ser una patología, es una respuesta natural ante la separación del lugar de origen. A diferencia de otros duelos, este es parcial (no hay una desaparición definitiva), recurrente (puede reactivarse con el tiempo) y está profundamente vinculado a aspectos infantiles y arraigados de la identidad.

Este tipo de duelo puede reaparecer al escuchar un acento, al recordar una festividad o al enfrentarse a diferencias culturales. Es, por tanto, una experiencia que va y viene, que puede revivir con el contacto con la lengua materna, la gastronomía o el recuerdo de ciertos paisajes.

Psicológicamente, el duelo migratorio también puede tener un carácter regresivo. En momentos de vulnerabilidad, puede conectarnos con necesidades tempranas, con la infancia, con memorias de cuidado o de carencia.

Migrar y salud mental: una relación compleja pero esperanzadora

Desde distintas perspectivas teóricas —cognitiva, social, psicoanalítica— se ha observado que la migración puede generar estrés, ansiedad, sentimientos de ambivalencia o incluso desarraigo. Sin embargo, también se ha mostrado que puede ser una experiencia de crecimiento, de reconfiguración identitaria y de descubrimiento personal.

Algunos estudios sugieren incluso una relación entre el sistema dopaminérgico —vinculado a la motivación, la búsqueda de novedad y la curiosidad— y la tendencia a migrar. Es una expresión de la fuerza vital que impulsa a explorar y crear nuevas posibilidades.

Acompañar el proceso migratorio: cuidar la salud emocional

Comprender que el duelo migratorio es un proceso natural, transformador y en muchas ocasiones esperanzador, permite acompañar con mayor empatía a quienes lo transitan.

Tanto si migraste, como si convives con personas migrantes, abrir espacios de escucha, validación emocional y reconstrucción simbólica puede marcar la diferencia. Porque el país de origen no se pierde: se lleva dentro, y puede transformarse en una fuente de riqueza interior.

La migración no siempre es fácil. Pero también puede ser una experiencia profundamente humana, que nos conecta con nuestra capacidad de reinventarnos, de amar en nuevos idiomas, y de construir un hogar interno más amplio, más complejo, más vivo.

Referencias: Joseba Achotegui (2017)